2.1.EL TEXTO NARRATIVO Y SU PROPOSITO COMUNICATIVO

2.1 El texto narrativo y su propósito comunicativo
Si deseo

• denunciar un robo,
• quejarme ante un suceso que considero injusto,
• dar a conocer un acontecimiento que me parece importante,
• justificar una solicitud,
• mostrar a una persona que su comportamiento ha cambiado, entre otras cosas...

¡Necesito narrar!


Narrar no sólo es:

• escribir novelas,
• crear cuentos o
• inventar hechos jamás ocurridos.

Narrar es contar.

I. ¿Cómo identificar una narración?
Aprendamos con esta historia:
La narración que perseguía a un hombre

II. En busca de una estructura narrativa
El licenciado Antonio Carranza Otero, investigador, ha sido comisionado para indagar un hecho sorprendente: una narración ha ocasionado el enloquecimiento de Lauro Heredia Mendizábal, quien no ha dejado de llorar y preguntar: “¿Por qué?” Carranza debe localizar tal relato y por ello se dirige a la oficina de Heredia, donde encuentra tres sobres recién abiertos y, en el suelo, tres mensajes distintos; cuenta con una hora para localizar el texto culpable y no le permitirán regresar ya más a la oficina. Levanta las hojas, en la primera está escrito lo siguiente:

El término Internet 2 es, en realidad, el nombre del consorcio de las 206 universidades, empresas y organismos gubernamentales asociados para el desarrollo, operación y utilización de esta red académica en Estados Unidos; no obstante, por el rico intercambio existente en la colaboración de proyectos, el concepto de las redes académicas y de investigación rebasa la frontera americana y diversos países alrededor del mundo que inician la construcción de este tipo de redes.
Lourdes Velázquez Pastrana et al., “Internet 2”, en Entér@te, México,
Dirección General de Cómputo Académico, año 3, núm. 34,
25 de noviembre de 2004, suplemento mensual, p. 4.
Antonio piensa: “Lauro es enemigo de la tecnología y del Internet, pero eso no lo hubiera enloquecido... además... narración...” Carranza Otero relee atentamente y se lamenta por jamás haber prestado atención a sus clases de Español:

—De haberlo hecho —murmura— podría reconocer rápidamente si esto es o no una narración... Esa es la clave...
Con los documentos en la mano se sienta para tratar de recordar qué le decían sus maestros: “Narración... narración... Está en los cuentos y novelas... aunque aquí no hay nada parecido... Recuerdo algo así como sucesos, tiempo y espacio determinado... transformación... personaje fijo... ¿qué querían decir esas cosas?, espero no haber tirado mis apuntes...”.
Se rasca la cabeza... Al menos recuerda algunos aspectos clave. El investigador lee el segundo mensaje:
En el atletismo, Julio César García Espinosa, alumno de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán, consiguió llegar hasta la final en la prueba de relevos 4 x 100, etapa a la que sólo llegaron los mejores equipos, entre ellos el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey (ITESM), la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y, por supuesto, la UNAM.
Margarita Solís Montaño, “FESC en finales de Universiada
y olimpiadas nacionales”, en UNAM, COMUNIDAD, México, núm. 10,
octava época, vol. 20, 25 de mayo de 2007, p. 24.
Cierto que a Heredia no le agradaba el ejercicio y siempre deseaba la derrota de los estudiantes de licenciatura de la unam; solía afirmar que en lugar de hacer deporte deberían encerrarse en las bibliotecas a estudiar... pero este segundo texto... ¿será una narración?... Tiene un personaje fijo, que es García Espinosa... sucesos... “llegó a la final”... tiempo... espacio determinado... transformación... ¿hay aquí transformación?...
El investigador reniega nuevamente por no haber prestado atención a sus clases de Español: “Nunca pensé que sirviera para algo identificar una narración...”. Desalentado lee el tercer documento:
personaje fijo: Un ser de quien se habla o quien actúa en la narración.

El Faro de Alejandría

Para que sirviera de guía a los navegantes, en el 279 a.C. el rey Ptolomeo II mandó construir una torre en la isla de Faros, frente a la ciudad de Alejandría. El edificio fue construido con grandes cimientos de piedra y con bloques de mármol unidos con plomo; tenía una altura de 134 metros. Sobre su parte más alta se colocó una gran pieza metálica reflejante para que su luz no se confundiera con las estrellas. Durante el día, reflejaba la luz del Sol y por la noche proyectaba la del fuego a una distancia de hasta 50 kilómetros. Fue considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo hasta el siglo XIV, cuando lo derribó un terremoto.

—¿Ésta será la narración que enloqueció a Lauro Heredia?... nos habla de un faro que se consideró una de las siete maravillas del mundo antiguo hasta que un terremoto... ¿qué le hizo?... infiero que lo destruyó...
¿Cuál de los tres textos es la narración? Descúbralo al seguir con las aventuras de un investigador.


Si Antonio Carranza hubiera podido preguntar a alguien sus dudas, no le hubiera sido difícil identificar qué texto presentaba una estructura narrativa; sin embargo nadie acompaña al investigador, salvo el retrato del primogénito de Heredia, sobre el escritorio. Carranza se levanta para mirarlo de cerca y, de pronto, cae al suelo un cuarto papel:



Receta para hacer reír a un niño

Ingredientes:
  1. Un tema atractivo: la desaparición.
  2. Un pato minúsculo y muy hambriento.
  3. Una escuela.
  4. Un día indeterminado.
  5. Un instrumento para borrar escritura (una goma).
Procedimiento:
Se saca de su jaula al pato, se echa a andar en la escuela, se le coloca una goma al frente, enseguida se deja que el pato la ingiera. El pato desaparecerá al cabo de unos instantes.

El platillo puede servirse así:


Carranza concluye que, al haber escrito eso, Heredia subestimaba la inteligencia de su hijo; pero, de súbito, recuerda que las narraciones presentan un esquema de causa-consecuencia. Se sienta en el escritorio, toma una pluma, una hoja blanca y escribe:
Causa
Consecuencia
El pato es muy pequeño
es vulnerable.
El pato es muy chiquito
se come la goma.
Las gomas sirven para borrar
se borra al comer la goma.

Ahora tiene la impresión de haber perdido el tiempo. Cuenta con un esquema, tres textos y un problema: encontrar la narración... ¿y cuál es la esencia de una narración?
—Quizá el esquema causa-consecuencia no sea determinante —reflexiona— pero sí constituye una pista... ¿presenta el primer texto ese esquema?—. En la mente de Carranza Otero surge una idea pueril: “¿Qué tal si me imagino que en cada mensaje encontrado hay un pato... ¿Un pato?... Sí, un pato”, y escribe:
“Había una vez un consorcio de 206 universidades que un día...”
Carranza deja la pluma: “¿De pronto qué sucede con ese consorcio?... pero... ¿sucede algo?... creo que no me están hablando de lo que hace el consorcio...”.
-El investigador coloca ante sí el segundo mensaje: “Había una vez un alumno atleta que de pronto logró llegar a la final...”.
—¿Y?... finalmente, ¿qué ocurrió?...—. Recuerda apenas que sus profesores le habían dicho que para que exista una narración se requiere una complicación o transformación... y el Internet 2 no se transforma... el alumno llega a la final, pero no se cuenta cómo se transforma... Antonio toma una hoja más y elabora el siguiente esquema:
—¡Ah!... ¡ya recordé!... En una narración hay una situación inicial, una transformación o complicación, y una situación final, producto de dicha transformación... y el alumno atleta no se encuentra en una situación final... se queda en la transformación—. El investigador corrige el esquema, añade un elemento y tres símbolos, una flecha ascendente, un asterisco para indicar el momento central de la narración y una flecha descendente:
—¡Lo logré!, ¡lo logré!— Carranza está a punto de salir gritando de la oficina pero se contiene, deposita sus reflexiones en un sobre y se dirige a donde está su jefa, para comunicarle triunfalmente que ahora sí encontró la narración culpable. Al llegar, lo recibe una secretaria que le entrega un documento:
—Licenciado Carranza, la licenciada Leyva solicita que le entregue el informe y sus conclusiones por escrito... además, aquí está la declaración de Elvira Talamontes Guevara.
Antonio lee someramente el texto; es decir, lee unas líneas del inicio, luego otras más de la parte central, pasa su vista sobre las últimas líneas y con ello sabe qué asunto se le presenta en dicho documento, luego lo guarda en su portafolios y pide permiso para ir a su casa. En el camino se pregunta si ese documento, esa declaración, será también una narración. Lee nuevamente, pero ahora con atención:
...el día de ayer, 18 del mes y año en curso, siendo aproximadamente las 23:20 horas, la declarante llegó a la esquina que forman las calles de López con Niño perdido, en el Centro Histórico, a efecto de realizar una llamada telefónica en la caseta que se localiza en la esquina citada; llegó primeramente a la caseta telefónica un individuo del sexo masculino, el cual realizó su llamada telefónica; la declarante esperó atrás de esa persona su turno. Una vez que terminó su llamada, dicho personaje marcó nuevamente otro número, por lo que la emitente, dirigiéndose a dicho personaje, le manifestó: “Es mi turno”, a lo que esta persona le contestó: “Yo voy a hacer las llamadas que yo quiera antes y usted no va a hacer ninguna llamada hasta que yo quiera”.

La declarante no contestó nada y dejó que realizara su segunda llamada. Tres minutos después esta persona terminó de realizar su segunda llamada, e instantáneamente volvió a marcar otro número telefónico, por lo que la declarante, por segunda ocasión, dijo a este personaje: “Es mi turno”, a lo que dicho individuo contestó “con tono violento y agresivo”: “Usted no va a hacer ninguna llamada hasta que yo quiera”. La declarante colocó su mano en la palanca de tono del teléfono y la “colgó” para obstaculizar la tercera llamada del personaje, quien levantó amenazadoramente el auricular. La declarante se sintió en peligro y gritó: “Usted no me va a pegar”. Como respuesta el personaje propinó a la emitente un golpe en la cabeza, con el cual le causó la lesión que presenta. Al ver que ella sangraba, huyó y la declarante recibió auxilio de un ciclista que presenció la escena y quien, al notar el sangrado profuso, le ofreció su pañuelo.

En ese momento circulaba una patrulla de la Secretaría de Protección. Al notar la tripulación la hemorragia de la declarante acudieron a socorrerla. La emitente dijo que un personaje del sexo masculino de 50 años de edad, aproximadamente, la había agredido y lesionado con el auricular del teléfono público y se había dado a la fuga corriendo sobre López. Por testimonio de la tripulación de la patrulla, la declarante supo que los policías fueron en seguimiento del agresor, a quien encontraron dos calles después mientras hablaba tranquilamente por teléfono. En el lugar fue aprehendido, a pesar de que forcejeó para evitar ser introducido al automóvil.

Posteriormente dicho personaje fue presentado ante la autoridad, la declarante fue trasladada al Hospital de Sigüenza para ser atendida de su lesión y enseguida se trasladó a esta oficina, en donde, al tener a la vista al personaje agresor, lo identificó plenamente como el mismo personaje que la agredió y le causó las lesiones que refiere el parte médico del citado Hospital, por lo cual presenta su formal querella por el delito de lesiones cometido en su agravio, siendo todo lo que tiene que declarar y previa lectura de su dicho lo ratifica y firma al margen para constancia legal, estampando su huella para los efectos legales a que haya lugar.
El licenciado Carranza se pregunta si esa declaración será una narración. Dudoso escribe:
—¡No!, ¡no!— se dice con desesperación —la declaratoria finaliza cuando ella presenta su querella, lo cual significa que los golpes no equivalen a la situación final.
Carranza sabe que en esa declaratoria hay una serie de acciones, sin duda regidas por el esquema causa-consecuencia, pero eso no decide que el texto sea una narración; se necesita “que el pato ingiera la goma”, y en la declaratoria... ¿dónde está la goma? La voz de su hijo lo distrae:
—¡Papá!, ¡llegaste temprano! ¿Hoy también me vas a hacer de comer?
-El investigador lo carga, le da un beso y mientras le sirve la comida escucha
la vocecita infantil:
—Papá..., ¿qué estabas leyendo?
—Una historia de mi trabajo.
—¿Me la cuentas?
El investigador intenta contársela como si fuera un cuento:
—Es sobre un señor malo que, con el teléfono, le pegó a una mujer.
—¿Y luego?
—Lo detienen los policías.
—¿Y entonces...? —pregunta el niño, impaciente.
—Lo acusan... pero, ¿no quieres oír otro cuento?
Una vez que ha atendido a su hijo, Carranza piensa en lo narrado; sin duda la declaratoria no relata lo que hizo el agresor... quien seguramente no sería el pato que se comió la goma... En esa declaratoria, ahora Antonio se pregunta, ¿cuál es la complicación?, ¿el no haber podido realizar la llamada?, ¿el golpe?, ¿la aprehensión?... ¿quién es ahora el pato; quién la goma y a qué equivale “borrarse” en esa declaratoria:
—¡Nunca pensé que aprender a identificar una narración sirviera para entender lo que sucede en un texto! —se dice desesperado... —¿el pato es ella, el agresor o... la policía?...
¿Dónde está la complicación? ¿Quién podrá ser el actor principal de la narración? ¡No se pierda el siguiente episodio de La narración que perseguía a un hombre!

—¡Lo logré!, ¡lo logré!— Carranza está a punto de salir gritando de la oficina pero se contiene, deposita sus reflexiones en un sobre y se dirige a donde está su jefa, para comunicarle triunfalmente que ahora sí encontró la narración culpable.

Al llegar, lo recibe una secretaria que le entrega un documento: —Licenciado Carranza, la licenciada Leyva solicita que le entregue el informe y sus conclusiones por escrito... además, aquí está la declaración de Elvira Talamontes Guevara.

 Antonio lee someramente el texto; es decir, lee unas líneas del inicio, luego otras más de la parte central, pasa su vista sobre las últimas líneas y con ello sabe qué asunto se le presenta en dicho documento, luego lo guarda en su portafolios y pide permiso para ir a su casa. En el camino se pregunta si ese documento, esa declaración, será también una narración.

 Lee nuevamente, pero ahora con atención: ...el día de ayer, 18 del mes y año en curso, siendo aproximadamente las 23:20 horas, la declarante llegó a la esquina que forman las calles de López con Niño perdido, en el Centro Histórico, a efecto de realizar una llamada telefónica en la caseta que se localiza en la esquina citada; llegó primeramente a la caseta telefónica un individuo del sexo masculino, el cual realizó su llamada telefónica; la declarante esperó atrás de esa persona su turno.

Una vez que terminó su llamada, dicho personaje marcó nuevamente otro número, por lo que la emitente, dirigiéndose a dicho personaje, le manifestó: “Es mi turno”, a lo que esta persona le contestó: “Yo voy a hacer las llamadas que yo quiera antes y usted no va a hacer ninguna llamada hasta que yo quiera”. La declarante no contestó nada y dejó que realizara su segunda llamada.

Tres minutos después esta persona terminó de realizar su segunda llamada, e instantáneamente volvió a marcar otro número telefónico, por lo que la declarante, por segunda ocasión, dijo a este personaje: “Es mi turno”, a lo que dicho individuo contestó “con tono violento y agresivo”: “Usted no va a hacer ninguna llamada hasta que yo quiera”. La declarante colocó su mano en la palanca de tono del teléfono y la “colgó” para obstaculizar la tercera llamada del personaje, quien levantó amenazadoramente el auricular.

La declarante se sintió en peligro y gritó: “Usted no me va a pegar”. Como respuesta el personaje propinó a la emitente un golpe en la cabeza, con el cual le causó la lesión que presenta. Al ver que ella sangraba, huyó y la declarante recibió auxilio de un ciclista que presenció la escena y quien, al notar el sangrado profuso, le ofreció su pañuelo.

En ese momento circulaba una patrulla de la Secretaría de Protección. Al notar la tripulación la hemorragia de la declarante acudieron a socorrerla. La emitente dijo que un personaje del sexo masculino de 50 años de edad, aproximadamente, la había agredido y lesionado con el auricular del teléfono público y se había dado a la fuga corriendo sobre López. Por testimonio de la tripulación de la patrulla, la declarante supo que los policías fueron en seguimiento del agresor, a quien encontraron dos calles después mientras hablaba tranquilamente por teléfono.

 En el lugar fue aprehendido, a pesar de que forcejeó para evitar ser introducido al automóvil. Posteriormente dicho personaje fue presentado ante la autoridad, la declarante fue trasladada al Hospital de Sigüenza para ser atendida de su lesión y enseguida se trasladó a esta oficina, en donde, al tener a la vista al personaje agresor, lo identificó plenamente como el mismo personaje que la agredió y le causó las lesiones que refiere el parte médico del citado Hospital, por lo cual presenta su formal querella por el delito de lesiones cometido en su agravio, siendo todo lo que tiene que declarar y previa lectura de su dicho lo ratifica y firma al margen para constancia legal, estampando su huella para los efectos legales a que haya lugar.

 El licenciado Carranza se pregunta si esa declaración será una narración. Dudoso escribe: —¡No!, ¡no!— se dice con desesperación —la declaratoria finaliza cuando ella presenta su querella, lo cual significa que los golpes no equivalen a la situación final.

 Carranza sabe que en esa declaratoria hay una serie de acciones, sin duda regidas por el esquema causa-consecuencia, pero eso no decide que el texto sea una narración; se necesita “que el pato ingiera la goma”, y en la declaratoria... ¿dónde está la goma? La voz de su hijo lo distrae: —¡Papá!, ¡llegaste temprano! ¿Hoy también me vas a hacer de comer? -El investigador lo carga, le da un beso y mientras le sirve la comida escucha la vocecita infantil: —Papá..., ¿qué estabas leyendo? —Una historia de mi trabajo. —¿Me la cuentas? El investigador intenta contársela como si fuera un cuento: —Es sobre un señor malo que, con el teléfono, le pegó a una mujer. —¿Y luego? —Lo detienen los policías. —¿Y entonces...? —pregunta el niño, impaciente. —Lo acusan... pero, ¿no quieres oír otro cuento? Una vez que ha atendido a su hijo, Carranza piensa en lo narrado; sin duda la declaratoria no relata lo que hizo el agresor... quien seguramente no sería el pato que se comió la goma... En esa declaratoria, ahora Antonio se pregunta, ¿cuál es la complicación?, ¿el no haber podido realizar la llamada?, ¿el golpe?, ¿la aprehensión?... ¿quién es ahora el pato; quién la goma y a qué equivale “borrarse” en esa declaratoria: —¡Nunca pensé que aprender a identificar una narración sirviera para entender lo que sucede en un texto! —se dice desesperado... —¿el pato es ella, el agresor o... la policía?... ¿Dónde está la complicación? ¿Quién podrá ser el actor principal de la narración? ¡No se pierda el siguiente episodio de La narración que perseguía a un hombre!



III. Una pequeña narración oculta
Lleno de interrogantes Antonio Carranza se pasea en la habitación con la cabeza inclinada y se cruza de brazos:
—Si el pato regresara del más allá a levantar una denuncia contra quien resultara responsable por haber dejado la goma, la narración... ¡es lógico! —se dice levantando las manos hacia arriba—, la narración tendría como el personaje dañado al pato... Creo que a eso se le llamaba personaje fi jo... ¿Y quién es el personaje fi jo en la declaratoria?, ¿ella o él?... Ambos se transforman: ella estaba bien y ahora está herida, él estaba libre y ahora está en la cárcel...
Antonio toma varias hojas, un lápiz, goma (sabe que tendrá que borrar mucho antes de llegar a un resultado satisfactorio) y escribe:
*
Un patito muy chiquito...
se comió una goma...
y se borró.
Una mujer que quería hablar por teléfono...
la golpearon...
ya no realizó su llamada.
Un hombre hablaba por teléfono...
una mujer interrumpió su llamada...
no pudo terminar y tuvo que salir corriendo a buscar otro teléfono y entonces unos policías lo detuvieron y lo llevaron ante el juez.
Carranza Otero llega a la conclusión de que por esa vía no llegará a descubrir quién es el personaje fi jo... De pronto nuevamente se ilumina: “¿Qué pasaría —dice con deleite— si ahora, en lugar de comenzar por el principio, comienzo con el fi nal: con el pato que ya desapareció, luego escribo la causa por la cual se borró y lo que ocasionó dicha causa?” En otra hoja elabora un cuadro más:
*
y se borró.
se comió una goma...
Un patito muy chiquito...
El resultado lo lleva a decidir que una estrategia viable es escribir la serie de acciones realizadas, pero iniciará ahora por la última consecuencia a fi n de indagar las causas; por ello comenzará por el fi nal. Antonio elabora este cuadro:
Sucede...
a causa de...
La demandante presenta una querella contra un personaje.
Un personaje la golpeó.
Un personaje golpeó a la demandante.
Ella le reclamó.
Ella le reclamó.
Él realizó varias llamadas.
Él realizó varias llamadas.
¿...?
Antonio se confunde, relee lo escrito y continúa con una inferencia:
Él realizó varias llamadas...
Sentía derecho a hacerlo.
En realidad —refl exiona—, la declarante no presentó su querella porque el personaje la hubiera golpeado, sino porque lo tuvo enfrente... lo cual signifi ca que debo empezar otra vez:
Sucede...
a causa de...
La demandante presenta una querella contra el hombre que la agredió.
En la agencia investigadora del Ministerio Público le presentaron al agresor.
En la agencia investigadora del Ministerio Público le presentaron al agresor.
Los tripulantes de la patrulla lo aprehendieron.
Los tripulantes de la patrulla lo aprehendieron.
Ella les dijo que él la había lesionado.
Ella les dijo que él la había lesionado.
Los tripulantes de la patrulla la socorrieron.
Los tripulantes de la patrulla la socorrieron.
Ella estaba sangrando.
Ella estaba sangrando.
El agresor la golpeó y huyó.
El agresor la golpeó y huyó.
Ella le impidió realizar una tercera llamada telefónica.
Ella le impidió realizar una tercera llamada telefónica.
Él ya no tenía derecho a hacerla.
Él ya no tenía derecho a hacerla.
Él ya había realizado dos llamadas.
Él ya había realizado dos llamadas.
No cedió el turno a la mujer.
No cedió el turno a la mujer.
Él llegó primero a la caseta telefónica.
Él llegó primero a la caseta telefónica.
La mujer no tuvo suerte de llegar antes.
Ahora Carranza mira la sucesión de acciones, el esquema de consecuenciacausa y descubre que parecería haber dos historias, una dentro de la otra; en la primera se narra el origen de las lesiones que permiten realizar la querella:
Sucede...
a causa de...
Ella estaba sangrando.
El agresor la golpeó y huyó.
El agresor la golpeó y huyó.
Ella le impidió realizar una tercera llamada telefónica.
Ella le impidió realizar una tercera llamada telefónica.
Él ya no tenía derecho a hacerla.
Él ya no tenía derecho a hacerla.
Él ya había realizado dos llamadas.
Él ya había realizado dos llamadas.
No cedió el turno a la mujer.
No cedió el turno a la mujer.
Él llegó primero a la caseta telefónica.
Él llegó primero a la caseta telefónica.
La mujer no tuvo suerte de llegar antes.
Carranza se cree capaz de localizar ahora al “pato” de esta primera narración:
*
Una mujer quería hablar por teléfono en una caseta acaparada por un hombre.
Ella intentó ejercer su derecho a hablar por teléfono de acuerdo con su turno y él la golpeó.
Ella quedó sangrando y él huyó.
Este investigador se frota las manos satisfecho. Reconoce que resumió las acciones, pero conservó lo importante, la historia que le contó a su hijo, esa historia pequeña que narra los antecedentes, inserta en la historia principal. El licenciado intenta realizar el esquema del núcleo de la declaración, para lo cual aísla la segunda historia:
Sucede...
a causa de...
La demandante presenta una querella contra el hombre que la agredió.
En la agencia investigadora del Ministerio Público le presentaron al agresor.
En la agencia investigadora del Ministerio Público le presentaron al agresor.
Los tripulantes de la patrulla lo aprehendieron.
Los tripulantes de la patrulla lo aprehendieron.
Ella les dijo que él la había lesionado.
Ella les dijo que él la había lesionado.
Los tripulantes de la patrulla la socorrieron.
Los tripulantes de la patrulla la socorrieron.
Ella estaba sangrando.
Enseguida elabora el esquema, aunque, para no perderse, inicia por la situación fi nal:
*
Se borró.
Se comió una goma.
Un patito muy chiquito.
La demandante presenta una querella contra el hombre que la agredió.
Los tripulantes de una patrulla la socorrieron, aprehendieron al hombre y lo presentaron ante el Ministerio Público.
Una mujer que sangraba porque un hombre la había agredido y luego había huido.
Asombrado, el investigador recuerda lo que le dijo a su hijo: “Es sobre un señor malo que, con el teléfono, le pegó a una mujer.”
—¡No! Debí haberle dicho a mi hijo que leía la historia de una agresión... Era un relato sobre una mujer que presenta una querella contra un hombre que la había golpeado, al cual aprehendieron los tripulantes de una patrulla.
Un poco apenado, Antonio Carranza reconoce que aun cuando está familiarizado con la lectura de narraciones, jamás se había preguntado si en realidad las comprendía. Reconoce que, de pronto, no había encontrado el hilo conductor, no había distinguido una historia principal de una secundaria, por lo cual no sabía qué quería decirle la declaratoria. En síntesis: no había visto al texto como un todo, en un inicio no había mencionado una idea global, como ahora.
En la noche Antonio decide rescatar la idea de elaborar una receta a fi n de no olvidar lo que ha aprendido y escribe:
Ingredientes básicos presentes en narraciones:
Ejemplo:
Un tema:
La agresión.
Un propósito:
Denunciar al agresor.
Uno o varios participantes:
La mujer, el hombre, el ciclista y los tripulantes de la patrulla.
Un personaje fi jo:
La mujer.
Un lugar donde transcurren los hechos:
La ciudad, en la intersección de dos calles.
Un tiempo en el cual transcurren los mismos:
La noche.
Relaciones causa-consecuencia:
[Las anoté en los esquemas anteriores.]
Un esquema narrativo básico formado por:

Situación inicial
 Flecha de ascenso
Una mujer que sangraba porque un hombre la había agredido y luego había huido.
Transformación o complicación
* Estrella
Los tripulantes de una patrulla la socorrieron, aprehendieron al hombre y lo presentaron ante el Ministerio Público.
Situación fi nal
 Flecha de descenso
La demandante presentó una querella contra el hombre que la agredió.
¿Antonio Carranza habrá descubierto cómo leer mejor todo tipo de narraciones?, ¿no se tropezará con estructuras más complejas?
¡No se pierda el siguiente episodio de La narración que perseguía a un hombre!
IV. El encuentro con una narración desarrollada
Luego de haber elaborado un cuadro-resumen, Carranza deja a un lado su obra y quiere olvidar por un momento todas las complicaciones laborales y narrativas en las que se ha introducido. Se acuesta en la cama, abre el periódico al azar y, sin pensarlo siquiera, lee una noticia:
Luego de cometer adulterio, un hombre sufre un accidente al tratar de escapar del marido ofendido
(San Juan, Méx., 8 de noviembre). Jacinto Régules, de 23 años, se encuentra en un sanatorio particular luego de haberse quebrado la cadera al tratar de salvar su vida. La joven adúltera, Yunuén Santana, declaró esta mañana que su marido, el licenciado Marcelino Diógenes, la había golpeado por celos injustifi cados; por ello la mujer decidió engañarlo y buscó a Régules, quien aceptó cometer adulterio. Ayer, en la primera cita amorosa, el marido armado con una pistola calibre 22, volvió a su hogar antes de lo previsto. Al escuchar las violentas amenazas de Diógenes, el adúltero intentó huir, salió por la ventana, trató de bajar por la rama de un árbol contiguo que no soportó el peso del infractor, y se vino abajo junto con Jacinto Régules, quien al caer se fracturó la cadera.
—Creo que estoy enfermo —Carranza Otero se dice con desaliento—, creo que soy un enfermo mental... Creo que tengo otra narración enfrente... ¡no es posible que me persigan!
Relee la noticia, mira la receta que está sobre la mesa, luego el reloj despertador y con pereza murmura... “¿Acaso tengo que volver a escribir el cuadro de causas y consecuencias?”
El licenciado apaga la luz, cierra los ojos y cuando cree que está a punto de dormir, se sienta sobre la cama como si de ella hubiera salido un fl uido eléctrico:
—¡Debe haber una manera más sencilla de encontrar la clave que me confi rme si eso es una narración !... ¿si inventara una fórmula?
Antonio corre hacia la mesa:
Una narración es igual al conjunto formado por una situación inicial (S. I.), más una transformación o complicación, más una situación fi nal (S. F.): Narración = (S. I. + Transf./Compl. + S. F.)
—En la querella que leí en la mañana se me presentó una situación inicial que estaba formada, a su vez, por una narración en miniatura que tenía su propia situación inicial, su transformación y su situación fi nal que daba lugar a la transformación de la narración principal:
S. I. = Una mujer quería hablar por teléfono en una caseta acaparada por un hombre. + Ella intentó ejercer su derecho de hablar por teléfono de acuerdo con su turno y él la golpeó. + Ella quedó sangrando y él huyó.
Transf./Compl. = Los tripulantes de una patrulla la socorrieron, lo aprehendieron y presentaron ante el Ministerio Público.
S. F. = La demandante presentó una querella contra el hombre que la agredió.
Antonio reescribe:
Querella:
S. I. (S. I. + Transf./Compl. + S. F.) + Transf./Compl. + S. F.
El licenciado intenta convertir a la fórmula ideada la noticia leída:
S. I. = J. R. comete adulterio con Y. S.
Transf./Compl. = M. D. los descubre.
S. F. = J. R. huye y se fractura la cadera, por lo cual lo llevan al hospital, desde donde rinde su declaración.
Orgulloso, querría enmarcar su descubrimiento, pero se siente inquieto... la narración anterior presentaba una larga situación inicial... ¿será éste el caso? Antonio aísla la situación inicial y trata de esquematizarla, para ver si se trata de una narración menor introducida en una mayor:
S.  I. = M. D. cela a Y. S.
Transf./Compl. = Y. S. decide engañarlo con J. R. S. F. = Y. S. comete adulterio con J. R.
Con mentalidad matemática, Carranza analiza nuevamente la narración: Y. S. podría haber cometido adulterio con J.R. mil veces y ahí fi nalizaría la narración. (Por desgracia —murmura— ¡cuán común es tal desenlace!), pero hay un suceso que desencadena la complicación... el que ese día hubiera llegado el marido armado (por lo visto alguien le había advertido lo que sucedía)...; además, ese suceso, a su vez, provoca una reacción, esta reacción tiene un efecto...
—¡Que nos lleva a una verdadera situación fi nal!... Antonio escribe ahora:
S.D. = Suceso desencadenante.
S. I. = situación inicialReac. = Reacción ante dicho suceso.
Transf./complicaciónResol. =  Resolución o efecto producto de la reacción ante el mismo suceso.
S. F. =Situación fi nal.
S. I. (S. D. + Reac. Resol.) S. F.
Antonio escribe:
S. I. = Situación inicial: Se nos presenta el matrimonio compuesto por la joven vengativa Y. S. y el hombre celoso y violento M. D.
S. D. = Suceso desencadenante: Y. S. comete adulterio en complicidad con
J. R.
Reac. = Reacción ante dicho suceso: El marido volvió al hogar antes de lo previsto, armado con una pistola calibre 22 y profi riendo amenazas violentas.
Resol. = Resolución: J. R. huye y al hacerlo se  fractura la cadera.
S. F. = Situación fi nal: En el momento de la narración J. R. se encuentra hospitalizado.
Carranza relee el título de la noticia:
Luego de cometer adulterio, un hombre sufre un accidente al tratar de escapar del marido ofendido
—¡Ah!... es un resumen de lo que nos contó la noticia— (Antonio Carranza no sabe, ni sabrá, porque no es especialista en literatura, que a esos resúmenes se les llama asuntos), luego mira el esquema recién escrito... parecería perfecto, pero (¿por qué a esa hora de la noche tiene que encontrarle “peros”?) sucede que en la situación inicial no encuentra a J. R... ¿o será que, nuevamente, los problemas matrimoniales constituyen un antecedente, y la narración principal estará contenida en el título de la noticia... Antonio recurre nuevamente a su fi el palmípedo, es decir, al pato:
*
Un patito muy chiquito...
se comió una goma...
y se borró.
Un hombre que comete adulterio...
Es descubierto por el marido ofendido, trata de escapar...
y sufre un accidente.
El investigador piensa que quienes leen ese tipo de noticias en los periódicos que las convierten en su nota principal, se interesan principalmente por las complicaciones... y la complicación no puede ser la situación inicial o los antecedentes, porque éstos constituirían una historia anterior a lo que la gente quiere encontrar... Antonio intenta mejorar el contenido de su esquema:
S. I. = Situación inicial: Y. S. comete adulterio con J. R. (en los antecedentes nos contaron por qué sucedió).
S. D. = Suceso desencadenante: el marido volvió al hogar antes de lo previsto, armado con una pistola calibre 22 y profi riendo amenazas violentas.
Reac. = Reacción: J. R. huye por un lugar peligroso.
Resol. = Resolución: J.R. cae y se fractura la cadera.
S. F. = Situación fi nal: En el momento de la narración, J. R. se encuentra hospitalizado.
El licenciado mueve con conmiseración la cabeza: “¡Pobre J. R.!, pero ¿a quién se le ocurre ir a la casa del marido?, ¿qué no pudo haber ido a otro lugar?... y luego Y. S.... ¿no pensó en las consecuencias?” Si él hubiera podido decir algo a la pareja... ¿qué habría dicho?: “No cometan adulterio... mejor traten de solucionar todo mediante el diálogo...” o mejor: “Si van a hacer algo, mínimo tomen sus precauciones...”
Antonio llega a una conclusión antes de ir a la cama: no basta llegar a la situación fi nal... al parecer, todo escrito tiene una intención, por lo cual añade a su esquema:
S. I. = Situación inicial
Transf./Compl.. S. D. = Suceso desencadenante.
 Reac. = Reacción ante dicha complicación.
 Resol. = Resolución.
S. F. = Situación fi nal.
Moralidad = Intención del escrito.
S. I. Transf./Compl. (S. D. + Reac. Resol.) (S. F. + Moralidad o intención).
Antes de caer rendido se llena de fuerza para verifi car si uno de sus cuadros puede emplearse en esta narración:
Las narraciones de estructura desarrollada están constituidas por los siguientes elementos: situación inicial (donde se presentan los personajes, el estado, lugar y tiempo en el cual se encuentran), una primera complicación o suceso desencadenante (que modifi cará dicha situación inicial), una reacción ante lo sucedido (que en apariencia sería la situación fi nal; sin embargo no lo será, porque esta reacción no genera un nuevo estado), una resolución (que correspondería a una nueva complicación, es decir, un nuevo elemento que ocasione una modifi cación de la aparente situación fi nal o, en otras palabras, un efecto de la reacción), y por último una situación fi nal, en la cual, ahora sí, se engloba un nuevo estado (producto de la resolución), y tras éste (en algunos textos), se expondrá una moralidad o evaluación fi nal, donde, ya sea de modo explícito o implícito, se proporciona la fi nalidad del escrito. Vid, M. Bassols y A. Torrent, Modelos textuales, pp. 175-176.
Ingredientes básicos presentes en narraciones
Ejemplo
Un tema:
El accidente.
Un propósito:
Informar los riesgos de cometer adulterio en lugar y momento inapropiados.
Uno o varios participantes:
Y. S., M. D. y J. R.
Un personaje fi jo:
J. R. (quien se accidentó).
Un lugar donde transcurren los hechos:
San Juan, México.
Un tiempo en el cual transcurren los mismos:
7 de noviembre.
Relaciones causa-consecuencia:
M. D. cela injustifi cadamente a Y. S. Y. S. decide cometer adulterio con J. R. J. R. acude a la cita amorosa.
M. D., celoso, lo descubre.
J. R. intenta huir. En su huída
J. R. cae. J. R. se fractura la cadera.
Un esquema narrativo básico formado por:

Situación inicial
Un hombre comete adulterio.
Transformación o complicación
Al saberse descubierto por el marido ofendido, trata de escapar.
Situación fi nal
Sufre un accidente.
Fatigado, duerme profundamente esperando al día siguiente no encontrarse con una narración más.
¿Antonio Carranza sabrá en qué otros textos puede encontrar narraciones? ¿Descubrirá algo más acerca de ellas? ¡No se pierda el siguiente episodio de La narración que perseguía a un hombre!
V. La esencia de una narración
Camino al trabajo, mientras viaja en el Sistema de Transporte Colectivo, Metro, Antonio Carranza escucha un trío de músicos que se sube a cantar:
Vicente T. Mendoza, Lírica narrativa de México. El corrido, México,
UNAM-Instituto de Investigaciones Estéticas, 1964 (Estudios de Folklore, 2), pp. 177-178.
El licenciado creía que ese día podía dedicarse por entero a su trabajo, pero no había pensado que iban a asaltarlo más preguntas. Mientras escucha el corrido, le surge una duda: “¿En los versos también existen narraciones?, es decir, ¿existen poemas narrativos?” Carranza Otero cree haberse vuelto loco; en cuanto la pieza termina los músicos recorren el vagón del Metro para solicitar alguna moneda, pero Antonio, queriendo oírlos de nuevo, les da una propina generosa a cambio de que repitan la misma canción. Por fortuna para él, la canción sólo habla de Felipe Ángeles y esta vez no dudaría en saber “quién es el pato”; es decir, el personaje fi jo. Mientras la escucha piensa en las acciones que se narran:
1.       El general Felipe Ángeles llega a La Aurora.
2.       Pierde diez dragones.
3.       Se va con los restantes por la serranía.
4.       Manda cuatro de avanzada.
5.       Pone a los cuatro como vigías.
6.       El viejo Sandoval aprehende a esos cuatro.
7.       Llegan a donde está el general.
8.       Toman prisionero a Felipe Ángeles en el Cerro de la Mora.
9.       Lo sentencian a muerte.
10.    Ángeles escribe al Congreso de la Unión para solicitar la vida.
11.    No le permiten vivir.
12.    Les dice a sus compañeros que van a fusilarlo.
13.    Canta La golondrina cuando está en prisión.
14.    Se acuerda de que en su niñez fue artillero.
15.    En la milicia comenzó como niño artillero y terminó como general.
16.    El reloj marca la hora de la ejecución.
17.    Pide que le disparen al corazón.
18.    Dice que no es cobarde.
19.    Pide que no le apunten a la cabeza.
20.    El  músico se despide después de contar la historia
21.    Fusilan en Chihuahua al general.
Al tocar el último acorde los músicos le sonríen y el licenciado vuelve a pagarles, pero ahora no quiere que toquen ningún instrumento: quiere que le dicten el corrido, a lo cual ellos acceden intrigados, pero de buena gana. Algunos pasajeros lo miran con curiosidad, otros murmuran, pero en cuanto los músicos descienden del vagón, ya nadie se fi ja en lo sucedido; sólo Antonio se preocupa por la letra de la historia que ha escuchado:
—¡Cuántas acciones!... pero de todas ellas, sólo unas son importantes... ¿Cuáles serán?
Al margen de la  hoja Carranza numera las veintiún acciones... Algunas, por ejemplo, lo que Ángeles canta cuando está prisionero, la mención de sus recuerdos y el reloj, realmente no hacen que la historia avance en el tiempo, sólo la detienen:
—Son importantes, sí... pero seguramente con ellas no se elabora una narración... Es como si yo dijera : “Había una vez un patito que le gustaba cantar. Cuando estaba en el huevo hacía conciertos para un pico y la pata le pedía que se callara. Cuando nació era pequeño, tan pequeño como un...”
Carranza voltea inquieto para verifi car que nadie lo hubiera escuchado, si es que sus pensamientos se escaparon:
—¡Qué vergüenza! Un licenciado como yo con esas cosas en la cabeza...
Mira hacia el túnel del Metro y vuelve a pensar en el corrido:
—Cuando yo estudiaba química, recuerdo que nos hablaron de catálisis; ¡desde luego me acuerdo!, fui el único que pasé el examen con diez... “La catálisis puede ser defi nida como la iniciación o cambio de velocidad de la reacción por la infl uencia de ínfi mas cantidades de otra sustancia (catalizador) que no sufre cambios perceptibles en su composición química ni en su peso”.[1] Ya no me acuerdo bien qué signifi caban esas palabras, pero sí sé que esas acciones diminutas son como catalizadores químicos, porque cambian la velocidad de la narración y nos llevan a que se produzcan las acciones principales...  Si en mi fórmula...
Carranza escribe:
Transf./Compl. S. I. (S. D. + Reac. Resol.) (S. F. + Intención)
—Si en mi fórmula —continúa— decidiera, en el lugar donde hay una fl echa o un signo de adición, contar otros detalles, es como si retardara la reacción química que me produce una narración... ¡Ohhhh!... Lo cual signifi ca que lo importante de una narración sería algo así como los compuestos químicos principales, no los catalizadores.
Escribe:
personajes + acciones importantes
—Que podría llamar...
Frente a Carranza Otero una mujer teje con agujas. Un hilo grueso y largo, enrollado, poco a poco se convierte en un suéter. Antonio admira la forma como las agujas anudan el hilo... piensa en el corrido, en las acciones principales, que son como nudos que también hacen un suéter que, en este caso, se llama “Canción”...
—¡Nudos!, ¡nudos! —grita, y la mujer lo mira asustada. Carranza encoge los hombros y se disculpa. Para su fortuna ha llegado a la estación. Baja mientras piensa que esas acciones principales bien pudieran llamarse nudos o núcleos, porque, en realidad, anudan la historia y son su esencia. Se detiene donde no estorba y relee el corrido.
Ahora trata de ver la canción como un tejido, como una reacción química y busca extraer las acciones más importantes, las que serían el resumen de lo narrativo, lo que ahora llama “nudos”, con su fórmula:
S. I. = Felipe Ángeles (un general revolucionario muy valiente que de niño había sido artillero) va por la serranía.
S. D. = Lo toman prisionero en el Cerro de la Mora y lo sentencian a muerte.
Reac. =  Escribe al Congreso de la Unión para salvar su vida.
Resol. = No le conceden vivir. S. F. = Lo fusilan.
Intención = Hay que saber que, cuando es la hora, se debe morir como valientes.
Los elementos principales de la narración, que aquí, por razones didácticas, hemos llamado nudos, son los núcleos que se encuentran apoyados por subnúcleos, a los que defi niremos como aquellas acciones destinadas a complementar las acciones más importantes. Dentro de los subnúcleos, o entre núcleo y núcleo, subnúcleo y núcleo, o en el espacio existente entre un subnúcleo y otro, es posible encontrar descripciones de las acciones derivadas de la acción nuclear, resúmenes y aclaraciones. Para Roland Barthes el espacio entre núcleo y núcleo se denomina catálisis, y señala su naturaleza complementaria (en cuanto a que “llenan” el espacio narrativo que separa a los nudos. Vid., V. Morin, “El chiste”, en Barthes et al., Análisis estructural del relato, p. 15, pp. 15, 131-158).
—Sí, como valientes... ¡Como  valientes...! ¡Se me olvidó redactar el informe! La jefa me va a fusilar y no hay Congreso de la Unión que me salve.
Carranza traga saliva y apresura el paso para llegar pronto a la ofi cina, preocupado pero orgulloso a la vez al pensar que, si su hijo le pregunta por la noche de qué trata el corrido, podrá responder: “Es la historia de un general, quien, luego de ser condenado a muerte y no poder evitar la sentencia, muere fusilado”. (Es el asunto).
¿Le servirá de algo a Carranza haber aprendido a identifi car los nudos de una narración? ¿Sabrá ahora quién cuenta esas historias? ¡No se pierda un episodio más de La narración que perseguía a un hombre!
VI. ¿Quién cuenta la historia?
El investigador camina apresurado aun cuando quisiera que el trayecto se hiciera eterno para no enfrentarse a su jefa... ¿Cómo librarse de una llamada de atención?
—¡Le contaré una historia!—. Antonio Carranza decide convertirse en el pato que come una goma y se borra, por lo cual no entrega su informe laboral. Respira hondo, suelta el aire y organiza sus ideas ayudado por el esquema que ayer ideó:
Ingredientes básicos presentes en narraciones
Ejemplo
Un tema:
El informe.
Un propósito:
Disculparme ante la jefa por no haber escrito el informe.
Uno o varios participantes:
Yo y un adolescente que se compró tenis nuevos.
Un personaje fi jo:
Yo.
Un lugar donde transcurren los hechos:
Av. de la Independencia 123 (donde vivo).
Un tiempo en el cual transcurren los hechos:
Ayer.
Relaciones causa-consecuencia:
Fui a casa a redactar el informe (en la ofi cina no tengo dónde hacerlo ni tengo secretaria). Un adolescente provocó un apagón. No pude usar la computadora. No pude escribir el informe. Me presento sin informe.
Un esquema narrativo desarrollado formado por:

Situación inicial
Antonio Carranza (es decir, yo), estaba escribiendo en la computadora un informe.
Transformación o complicación integrada por:

Suceso desencadenante:
Un adolescente que había comprado tenis nuevos, aventó los viejos hacia los cables de luz de la colonia donde vive A.C.
Reacción:
Hubo un problema eléctrico y se fue la luz.
Resolución:
A.C. no puede escribir su informe.
Situación fi nal:
A.C. se presenta al trabajo sin informe.
Intención:
¿...?
El investigador descubre que ahora es capaz de urdir historias, puede ser convincente si sólo cuenta lo ocurrido en los nudos y no se entretiene con catálisis, es decir, con todo lo que va entre nudo y nudo... pero él no puede narrar esa historia: “¡Es inmoral que un licenciado salga con pretextos e invenciones de adolescente irresponsable!”, se dice a sí mismo, y recordando que “Yo no soy de los cobardes que le temen a la muerte”, decide que dirá la verdad y afrontará las consecuencias... Aunque sabe que si pudiera enviar a otra persona a contar esa historia, quizá no se sentiría tan inmoral...
—¿Y quién puede contar esa historia? ¿Quién puede ser el narrador? —se pregunta. —Ojalá que un dios se apareciera a la jefa para decirle: “El licenciado Carranza no trae su informe porque sucedió que...” Un narrador que supiera todo, mis pensamientos, sus pensamientos... ¿cómo se llama el que sabe todo?... ¡Ah!, ¡omnisciente! Como quien contaba una historia que tuve que aprender de memoria cuando tenía quince años y aún ahora recuerdo:
Sin embargo, hubo un artesano que hizo una vasija de vidrio irrompible; fue llevado a la presencia del emperador, con su regalo; después hizo como que se lo daba y lo dejó caer al suelo. El emperador no pudo evitar el susto; el hombre levantó del suelo la vasija que se había abollado como si fuera de bronce; después sacó de su túnica un martillo y desabolló fácilmente la vasija y la dejó como nueva. Hecho esto, pensó que lo iban a considerar como un dios, sobre todo cuando el emperador dijo: “¿Hay alguien más que sepa esta forma de hacer vidrio?” Mirad lo que pasó: cuando el hombre dijo que no, el emperador ordenó que lo decapitaran porque, si llegara a saberse, el oro no valdría más que el barro.
Petronio, El satiricón (fragmento), en Juan Antonio Ayala (pról., y trad.), México, UNAM, 1984 (Nuestros clásicos, 60), pp. 73-74.
En la presentación de una narración hay alguien que cuenta lo que sucede y a quien se le denomina “narrador”. Aunque existen muchos tipos de narradores, aquí sólo revisaremos los cuatro básicos.
—¡Ese sí es un narrador omnisciente!... pero ese narrador no va a disculparme y, desde luego, no me gustaría contar una mentira en la que yo sea el protagonista, como sucede con...— El licenciado observa los libros que se encuentran en la sala de espera. Uno de ellos tiene un título atractivo: El sueño de los cinocéfalos. Abre al azar el texto y lee:
Hay algunos momentos que contienen el germen de lo que somos; después vienen las repeticiones, con variantes maquilladas para que no las reconozca uno al principio. A veces es difícil identifi car cuál es la experiencia original, para ello es necesario saberse mover como ratón entre los sótanos de la memoria.
Antes del episodio de la sopa no ingerida, recuerdo otro: una vez que concluí mi estancia en el jardín de niños, mis padres solicitaron mi ingreso a la primaria, el cual fue negado por no tener todavía los seis años cumplidos. Me faltaba un mes y medio para llegar a esa edad y no hubo forma de convencer a los distintos directores de las escuelas de que se me diera la oportunidad de no interrumpir mi incipiente, pero prometedora, trayectoria escolar. Estuve un año contemplando cada mañana, desde el sillón de la sala, los rayos del sol que se fi ltraban a través de la celosía del edifi cio de enfrente y que venían a descansar en el piso de mi casa. La sombra reticular de la celosía guardaba pedazos de sol en cada compartimiento; conforme pasaban las horas, se retraía hasta desaparecer y luego me dedicaba a explorar el diccionario. Leía sin saber leer, pensando que las palabras decían lo que yo quería o lo que imaginaba que debían decir.
Pienso lo mismo ahora, el mundo tiene una lectura distinta para cada quien; nadie coincide nunca con otra persona, las relaciones humanas son una historia de malentendidos y confusiones. Somos pedazos de un sol fragmentado, dividido por sombras, que cae después de un viaje de miles de kilómetros, sobre los mosaicos del piso de una casa cualquiera.
Acosta, Andrés, “Su perfi l”, en El sueño de los cinocéfalos, México, UNAM, 1997 (Confabuladores), pp. 26-27.
—¡Eso sí es una narración!... y quien la cuenta es el mismo protagonista... Pero a mí no me gustaría ser protagonista... Es más probable que un testigo narrara lo que yo invento que me sucedió anoche... ¿y cómo contaría lo ocurrido un testigo?
Abre la página sesenta y uno del libro que tiene en las manos y lee:
Entre los lavacoches hay uno que tiene el liderazgo sobre los demás: Picaso (tiene la nariz curva y larga a la manera del pico de un ave); de vez en cuando viene conmigo a platicar y a pedirme libros prestados. No terminó la secundaria por andar en el desmadre; sin embargo, le gusta leer. Constantemente tiene disputas con los otros por el reparto del dinero. Ahora está discutiendo a gritos con el Simio, al que le quiere imponer una multa por mentir a la hora de declarar lo que ha ganado durante la mañana. La unión de lavacoches le da la razón a Picaso por unanimidad. El improvisado juicio callejero llega a su desenlace entre gritos y rechifl as; parece que el Simio fi nalmente es coaccionado a acatar la sentencia, o sea que entre varios lo sujetan, le sacan el dinero, le quitan los pantalones y los arrojan a las ramas más altas de un árbol.
Acosta, Andrés, “Entre los lavacoches”, en El sueño de los cinocéfalos, México, UNAM, 1997 (Confabuladores), pp. 61-62.
—Aquí —Carranza refl exiona—, el narrador no cuenta las cosas como las vivió, no se aparta de ellas como si las viera desde lo alto, sino las cuenta como testigo mismo de lo que sucede...
“Vi que el licenciado Carranza ayer, a las 22:30 horas, en el momento en el que...”  Tal como ocurre en las declaraciones de los testigos... como debieron haber manifestado ante la autoridad los tripulantes de la patrulla en la querella de la señorita Talamontes: “Al llegar a la esquina de Niño perdido testifi camos que la declarante...” ¿Y si mejor pudiera traer a la realidad al adolescente que arroja los tenis viejos hacia los cables de luz?... Declararía yo, declararía él... declararía algún vecino, un empleado de la Compañía de Luz.
No un narrador único, sino un narrador multiplicado, múltiple...
Carranza Otero descubre un libro donde se encuentran las obras completas de Miguel de Cervantes. No puede faltar en él El Quijote, Las novelas ejemplares... y un texto del que jamás escuchó hablar: Los trabajos de Persiles y Sigismunda. Busca la página donde se encuentra esta novela y lee:
[...] Finalmente mi hija se encerró en el retraimiento dicho y estuvo esperando su perdición; y cuando quería ya entrar un hermano de su esposo a dar principio al torpe trato, veis aquí donde veo salir con una lanza terciada en las manos, a la gran sala donde toda la gente estaba, a Transila, hermosa como el sol, brava como una leona y airada como una tigre.
Aquí llegaba de su historia el anciano Mauricio, escuchándole todos con la atención posible, cuando, revistiéndosele a Transila el mismo espíritu que tuvo al tiempo que se vio en el mismo acto y ocasión que su padre contaba, levantándose en pie, con lengua a quien suele turbar la cólera, con el rostro hecho brasa y los ojos fuego, en efeto, con ademán que la pudiera hacer menos hermosa (si es que los accidentes tienen fuerzas de menoscabar las grandes hermosuras), quitándole a su padre las palabras de la boca, dijo las del siguiente capítulo: [...]
Miguel de Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, libro I, cap. XIII.
—¡Oh...!, es como si se hubieran multiplicado los narradores... Aunque cuentan una sola historia...
—Licenciado Carranza, lo espera la licenciada Leyva...
¿Inventará una historia el licenciado Antonio Carranza? ¿A qué tipo de narrador recurrirá para hacerlo? ¿Dejarán de perseguirlo las narraciones? ¡No se pierda el último episodio de La narración que perseguía a un hombre!
VII. Las pesadillas de un investigador
La licenciada Leyva estrecha la mano de su subordinado y no le pregunta por el informe, sino directamente le pide que responda: ¿qué texto enloqueció a Lauro Heredia Mendizábal?
—El que hablaba del Faro de Alejandría.
—¿Cómo lo sabe?
—Porque es el único texto narrativo que estaba en la ofi cina de Heredia.
—¿Está seguro de que era una narración?
—Sí, licenciada.
—¿Por qué?
—Porque... —Antonio Carranza está a punto de responder que es una narración porque se parece a la narración del pato... sin embargo, ésa sería una respuesta pueril. El investigador cruza su brazo izquierdo sobre su pecho y lleva su mano derecha hacia la barbilla: “¡Salí sin rasurarme!”, piensa un instante, aunque no está dispuesto a distraerse y busca cómo sustentar su descubrimiento sin aludir al pato, la goma y la desaparición: —Porque es el único texto que tiene esta estructura:
Situación inicial
Transformación o complicación
Situación fi nal
Al inicio al principio
de pronto, de repente, todo cambió cuando...
fi nalmente
Un faro...
sufre un terremoto...
cae derribado.
—¡Ah! —su jefa aprueba—. Eso quiere decir que usted se ayudó de conectores textuales implícitos.
Al investigador le hubiera gustado que un suceso desencadenante, algo así como un temblor de tierra repentino, lo llevara a una situación fi nal: estar fuera de esa ofi cina. No sabe qué le está diciendo la licenciada Leyva. Trata de fi ngir aplomo, pero ella percibe la ignorancia de su subalterno:
—Desde luego que usted siempre recordó que una narración tiene, en forma implícita o explícita, conectores, es decir, palabras que unen un texto y nos permiten identifi car si se trata de una narración; en este caso...
—Sí... sí... desde luego—. Asiente Carranza, refl exionando que si Georgina Leyva le hubiera hablado en otra lengua quizá le entendería más. Ella sonríe para sus adentros y lo ayuda sutilmente:
—Usted sabía desde el comienzo que frases como: “había una vez”, “en cierta ocasión”, “en un principio”, nos indican que va a iniciar una narración, y por eso se llamarían “marcadores”, pero los conocemos como conectores, ¿no es verdad?... y que ésos son conectores de situación inicial. Las complicaciones pueden ir encabezadas por frases o palabras como: “de repente”, “de pronto”, “de forma inesperada”, “todo cambió cuando”... y los conectores de situación fi nal cierran la narración con frases que, estén escritas o no, indican la terminación: “fi nalmente”, “por último sucedió que...”
—Finalmente —piensa el investigador— creo que esta historia de las narraciones ha terminado para mí... De haber sabido eso ayer, cuando estaba en la ofi cina de Heredia, no hubiera vivido veinticuatro horas pendiente de las narraciones.
La licenciada Leyva presiente que puede aprovechar la experiencia de Antonio Carranza:
—Dígame usted, colega, ¿qué fue lo más importante de la investigación realizada ayer?
El licenciado decide ser franco, aun cuando su jefa lo juzgue un ignorante:
—Aprendí que las narraciones no sólo se encuentran en cuentos y novelas. Ahora sé que una narración:
   Presenta un tema.
   Tiene un propósito.
   Consta de uno o varios participantes.
   Presenta un personaje fi jo (que puede ser un personaje o varios).
   Un lugar donde transcurren los hechos.
   Un tiempo en el cual transcurren los mismos.
   Se caracteriza por las relaciones de causa-consecuencia.
   Puede representarse con un esquema narrativo básico formado por:Narración = (S. I. + Transf./Compl. + S. F.)
   O por un esquema narrativo desarrollado formado por:
S. I. Transf./Compl. (S. D. + Reac. Resol.) (S. F. + Intención)
  Siempre estará contada por un narrador que puede ser: omnisciente, protagonista, testigo o múltiple.
—También aprendí, licenciada Leyva, que para localizar la estructura narrativa es útil comenzar a analizar del fi nal al principio, a fi n de detectar 

las primeras causas. Entendí que en las narraciones a veces hay narraciones subordinadas, y que no debemos confundirnos con ellas; así como ahora sé que hay acciones muy importantes (a las que llamé núcleos o nudos) y acciones menos importantes (que me recordaron los catalizadores que empleábamos en nuestras clases de química). Aprendí ahora que hay conectores que nos indican el inicio de una narración y las distintas partes de la misma y, lo más importante: descubrí que ésos eran los conocimientos fundamentales que debí haber obtenido al egresar del ciclo de estudios de nivel medio superior.
—Muy bien —dijo la licenciada Leyva—. Creo que lo voy a contratar para impartir clases particulares. Hemos resuelto un problema y con esto terminamos.
—Perdone, licenciada —interrumpe Antonio Carranza antes de que su jefa se levante y le ofrezca la mano— y a todo esto... ¿por qué enloqueció Heredia?
—Sospechábamos que su locura se relacionaba con “internet 2” o con el desempeño deportivo del alumno universitario; sin embargo, hoy nos enteramos que había pagado un viaje a Egipto y por un sobreprecio exorbitante compró un boleto para visitar un lugar; una narración lo hizo descubrir que


[1] Modesto Bargalló, Tratado de Química inorgánica: Fundamental y sistemática, México, Porrúa, 1962, p. 207.
 

Comentarios

Entradas populares